domingo, 6 de enero de 2008

El lobo

El mote de "el lobo" o "el hermano lobo" me lo puso una amiga de mi hermana Paloma. Ella sigue llamándome así cuando quiere generar una especial complicidad o referirse a mí de una forma cariñosa.
El Hermano Lobo era una revista satírica de la época. Algo así como El Jueves. Pero el apodo no iba por ahí.
¿Tenía razón Boti para identificarme como un niño-lobo cuando tenía 17 o 18 años? Posiblemente. Las pistas para averiguar porqué andaba por la vida sin manifestar sentimientos afectivos las he escrito en una especie de memorias que algun día incluiré en el Blog.
Paloma y yo estamos muy unidos. Nadie lo diría si se atuviera al número de veces que nos vemos o a los puntos de coincidencia, aficiones...
Pero Paloma y yo compartimos vivencias paranormales. ¿No te lo crees? Yo tampoco creía a la vieja Vicenta cuando nos contaba cómo la noche en la que murió mi padre los dos nos pusimos a berrear al unísono. Pero te contaré un par de anécdotas.
Yo soy de los que se emocionan en el cine. No me averguenzo de decir que he llorado en varias películas. Sin ir más lejos, el otro día lloré viendo en la tele "Las bicicletas son para el verano".
Hace unos años fuí a ver "Y Johny perdió su fusil". Al final de la película me entraron unas ganas insoportables de aplaudir. Me levanté y con gran alarma de Sally, que estaba horrorizada, comencé a aplaudir en medio del patio de butacas. El público se estaba ya levantando y se quedó atónito al comprobar que había compartido la sesión con un loco de atar. De otra esquina de la sala surgiéron otros aplausos. Se encendieron las luces y me volví para ver quién compartía mi entusiasmo por esa antigua película antibélica como no ha habido otra en la historia del cine. Pese a que la escena que estoy contando sucedió en Madrid, pese a no haber coincidido nunca en un cine, pese a no tener ni idea que Paloma había querido ir a ver la misma película, el otro loco era mi hermana.
A mí me ha gustado mucho la música. Pero mi afición no era compartida por mis hermanos. "My Generation" de los Who me hizo comprender que mi generación abarcaba a unos pocos afortunados que nacieron entre el 49 y el 52. ¡Quita esa música ratonera! era la frase que recibíamos de los viejos adultos dos o tres años mayores que nosotros.

Una tarde estaba solo en casa viendo en la tele un concierto de Pink Floid. No es que fuera un grupo con el el que estuviera especialmente identificado. De hecho, yo soy de los que empezamos a bailar con "Twist and shout" y dejé de bailar mas o menos cuando se separaron los Beatles. Pero la calidad de la música sinfónica de Pink Floid me llegó hasta la médula y me hacía sentirme pletórico.
En ese momento sonó el teléfono. Era Paloma. - ¡Pón la 2! -me dijo. - Estoy alucinada.
Yo creo que podrían haber pasado meses desde que la última vez que nos habíamos llamado. Posíblemente desde la angustiosa tarde del 14 F. Comprendí una vez más que compartíamos una sensibilidad especial. Que había una serie de sensaciones que nos unían inexplicablemente.
Uno de mis hijos me ha abierta este bog. Es un regalo original. Cierto que me gusta escribir. Creo que escribo mucho mejor que hablo. En castellano y en inglés. Mis mejores atuaciones en la vida han sido por escrito. No me refiero a mis novelas inéditas, sino a las cartas que escribía a mi novia, ahora mi mujer y a las pocas veces que comuniqué ideas, directrices o pensamientos a mis hijos cuando eran adolescentes, ante la incapacidad de hacerlo cara a cara.
No solo con mis hijos. Los numerosos montajes de fotos y música que regalaba periódicamente a mi mujer contenían sistemáticamente el mismo mensaje: quizás el día a día me impide expresarlo de la forma que a tí te gustaría, pero te he querido siempre y te sigo queriendo.
Me siento especialmente orgulloso de una misiva, una especie de contrato, que lancé al segundo cuando tenía ventipocos años. Llevaba 3 años ejerciendo de estudiante, pasando de escuela en escuela sin ningún resultado. Era, y soy, consiente de su enorme potencial. Pero también era evidente que prefería la guitarra, los amigotes y la cerveza a hicar el codo lo suficiente para aprobar.
Un día le lancé un ultimatum. Si no aprobaba en Junio le llevaría conmigo a Barcelona, donde vivía solo, para forzarle a estudiar. Si en Septiembre no había pasado de primero, dejaría de pagarle los estudios y le pondría a trabajar.
Sabía que estaba jugando al póker. Ya era mayor de edad y podía decirme simplemente que en Barcelona no se le había perdido nada. Tampoco los sindicatos hubieran permitido que el hijo de un Directivo entrara a trabajar en la empresa. Pero funcionó.
Ví la misiva clavada con una chincheta en su mesa de estudio. En Junio, sorprendentemente, acabó primero. Al año siguiente se pagó él la matrícula. Y los siguientes. Que yo sepa, dejó de preocuparme, nunca volvió a suspender una asignatura.
Dos años más tarde acabó una ingeniería técnica. En la primera página de su proyecto fin de carrera incluyó esta dedicatoria:
"A mi padre que me forzó cuando era un inconsciente y ma apoyó cuando dejé de serlo"
Pensé que si existiera el título oficial de Padre, ese día me había graduado.

sábado, 5 de enero de 2008

Primera entrada

Querido Papá:

Siempre me fascinó que escribieras tus cosas, tus pensamientos, tus ideas, tus novelas, hasta el punto que me encanta escribir. Muchas de las cosas que se me pasan por la cabeza las escribo, las que voy pensando en el coche de camino al trabajo, las que se me ocurren en el avión de camino a un cliente, las que me despiertan por las noches, lo que se me ocurría al ir a la facultad en Metro, lo que opinaba de un libro de “Los Hollister” en el colegio... Esto es algo que seguro hago gracias a ti.

Siempre he escrito a “escondidas”, nunca me gustó que leyeran lo que escribo, que la gente que me rodea sepa lo que se me pasa por la cabeza me da vergüenza, pero curiosamente no la gente a la que no conozco.

Es por eso por lo que desde hace ya dos años escribo un blog en el que publico una parte de las cosas que pienso y escribo.

Me encantaría que alguien leyera lo que opino, lo que escribo, lo que siento, pero no me atrevo. No sé si te sientes igual, casi nunca he leído nada de lo que escribes salvo alguna ocasión en la que nos escribías cosas para expresar lo que sentías. Ahora te brindo la posibilidad de seguir con lo que haces y como lo haces.

Puedes hacer lo que quieras con este blog o con el que tú quieras, puedes compartirlo con nosotros, puedes compartirlo sólo con los que tú quieras, puedes hacer el tuyo propio y compartirlo sólo con desconocidos o puedes compartirlo sólo contigo mismo, es tu elección.

Espero que, como a mi, te guste mi regalo y que contribuyas a la blogsfera.

Un fuerte abrazo,

Yeras